martes, 22 de septiembre de 2009

-SUMERGIRSE EN SEXO TANTRICO


Gracias a un conjunto de técnicas podemos conseguir que nuestra pareja se transforme en la puerta que nos proyecte directamente a la fusión con el universo.


El Tantra nació en una sociedad matriarcal en el valle de Indo hace unos 5.000 años. Después, viajó hasta la región de Cachemira y otros muchos lugares de Asia, como India Central o Nepal, hasta alcanzar el Tíbet, donde dio lugar al budismo tántrico.




El primer texto escrito, Vigyan Bhairav Tantra, contiene una conversación que mantuvo Shiva con su esposa Shakti mientras permanecían unidos en la postura tántrica por excelencia, el Yab-Yum, también llamada “el nudo”. Shakti permanece sentada con las piernas por encima de las de Shiva, uniendo así sus genitales y sus corazones, y le pregunta: “Amor mío, ¿qué es el amor?” Y Shiva, en lugar de contestar directamente, le ofrece las técnicas para alcanzar la experimentación de cada pregunta que le hace Shakti sobre la muerte, sobre la conciencia, sobre el amor… Pretende así, que experimente lo que es cada cosa y que no intelectualice a través de la mente. Éste es el origen del Vigyan Bhairav Tantra o El libro de los secretos, que contiene 112 meditaciones para llegar a la iluminación, a la trascendencia de la mente y de la muerte; 112 meditaciones para convertirse en amor. La palabra vigyan significa “conciencia”; bhairav hace referencia al “estado más allá de la conciencia” y tantra quiere decir “método” o “técnica”.


Es interesante resaltar que sólo seis de esas meditaciones hacen referencia directa al acto sexual. Este hecho nos indica que el Tantra es algo mucho más amplio de lo que la mayoría de la gente cree en Occidente, donde generalmente se la considera sólo una técnica mística para alargar el placer sexual.


Llegar al éxtasis


El Tantra es un método que tiene el objetivo de hacernos experimentar el éxtasis, entendiendo como tal la ausencia de la mente. Cuando somos capaces de sentir totalmente; cuando no hay pensamientos y todos los sentidos están abiertos y sintiendo al mismo tiempo, llegamos al éxtasis. Ésta es una experiencia maravillosa, pues la sensación que se genera dentro de nosotros es la de completa dicha. Es la desaparición del ego, de juicios del pasado y del futuro, puesto que sólo existe ese momento de plenitud. Es justo en ese instante cuando puede fluir el amor que hay dentro de nosotros; cuando las máscaras caen y aparece nuestro verdadero ser. Y es que el Tantra nos enseña a vivir en totalidad, sin fisuras ni divisiones internas. Nos libera de todo eso que no somos nosotros mismos y nos lleva hacia la esencia: el amor más puro.


Es importante entender es que el Tantra es pura experimentación y que, para integrarlo, hay que experimentarlo. Solamente de ese modo se puede captar su naturaleza y nutrirse de su sabiduría. No hay que dejar que nada se interponga entre nosotros y el momento. Tenemos que sentir lo que ocurre dentro de nosotros; poner todos nuestros sentidos en lo que está sintiendo nuestro cuerpo. Así desapareceremos de pronto y sólo existirá la experiencia.


Con el Tantra aprendemos a salir de nuestra mente y a sentir con todo nuestro cuerpo. La percepción de la vida cambia, todo se vuelve más intenso y auténtico. Dentro de nosotros se expande un universo antes desconocido.


Guía del tantrika


Si queremos experimentar todas estas emociones, deberemos observar cómo se comporta el tantrika, que es como se denomina al practicante de Tantra:


• Vive conscientemente a través de los sentidos. Deja que la vida le traspase a través de ellos y se deleita de los néctares que le ofrece la existencia sea cual sea el canal por el que le llegan.


• Está conectado con su cuerpo, lo escucha, lo respeta y lo honra. Reconoce su sacralidad, pues es consciente de que es el vehículo con el que transita por el camino del éxtasis y alcanza la liberación.


• Vive en totalidad, pues no hay división dentro de él. En definitiva, vive en la autenticidad, sin dobleces.


• Es consciente de que la vida hay que experimentarla hasta el último aliento y apuesta por el coraje de cruzar al otro lado de los propios límites sin saber qué hay detrás. Confía en que allí se encontrará cara a cara con otra parte de sí mismo y se experimentará de nuevo.


• Es capaz de derribar sus corazas y vivir en la vulnerabilidad. Sabe que ése es el único camino para dejar que el amor que habita dentro de él emane y lo penetre hasta lo más profundo.


• Es amigo del momento presente, por eso no huye del aquí ni del ahora. Se relaja y acepta cualquier circunstancia que habite el tiempo en el que vive, pues sabe que es la única puerta de entrada a la conciencia absoluta.


• Es un valiente, pues el Tantra no le dice hacia dónde tiene que ir para alcanzar la luz. Sólo le dice: “Experimenta, camina siguiendo el rumbo de tu corazón y confía en que él te llevará a la verdad.”


• Celebra la vida, agradece cada instante. Es capaz de conectar con la alegría que habita en lo más profundo de su ser.


• Una de sus palabras preferidas es “sí”. Sí a la vida, sí a todo lo que acontece en su existencia. Recibe la oscuridad y la luz de igual manera, sin juicios ni etiquetas. Es consciente de que no sabe cuál es el propósito de la existencia, así que humildemente confía en ella.


• Permite que su energía sexual riegue todo su ser sin reprimirla. Entiende que su esencia más profunda es sexual, pues ha sido creado a través de dos células sexuales y es fruto de un acto sexual. Comprende cuál es la naturaleza de su energía y deja que ésta fluya libremente por su cuerpo, lo que le convierte en una persona vital y llena de intensidad.


Sexo sagrado


Una de las técnicas más poderosas que nos ofrece el Tantra para llegar al éxtasis es la denominada “el sexo sagrado”, una práctica que la mayoría de la gente ve como algo muy lejano, sólo al alcance de algunos eruditos. Sin embargo, cualquier persona puede ponerlo en práctica, sólo hace falta un poco de conciencia, paciencia e interés hacia la propia evolución. Después, ya nunca más se querrá dar marcha atrás y todo lo que no sea este tipo de unión no nos llenará, pues la sensación de plenitud que se abre con el sexo tántrico es realmente pletórica.


Lo primero que tenemos que hacer es olvidarnos completamente del sexo que hemos practicado hasta ahora. Es como si hasta el presente hubiéramos jugado a la brisca y ahora nos apeteciese jugar al póquer. En los dos se juega con cartas, pero un juego no tiene nada que ver con el otro. Para entenderlo, sólo hay que prestar atención a las características básicas del sexo tántrico:


1- Creación del espacio sagrado. Es importante crear un espacio de conciencia. En el momento en el que nos dedicamos a crear un espacio bello para celebrar la unión con nuestra pareja, estamos poniendo atención y, por lo tanto, energía para nutrir la meditación sexual.


2- Presencia. Si queremos sentir plenamente el placer, debemos aprender a estar presentes dentro de nuestro cuerpo. También es imprescindible para que el otro confíe en nosotros y se suelte. Sobre todo la mujer, porque cuando ésta no siente que su pareja está presente en el acto sexual, no es capaz de entregarse.


3- Movimiento espontáneo. En el sexo ordinario solemos movernos desde la mente, programando el próximo movimiento que haremos. Normalmente, hay muchas expectativas y se suele iniciar el acto sexual con el fin de conseguir un orgasmo. En el sexo tántrico, en cambio, dejamos que sea el cuerpo el que decida lo que le apetece. Es la energía la que manda. Por esa razón, respetaremos siempre el movimiento que surja en el momento presente y que nos permitirá disfrutar de cada instante sin otro objetivo que el de recrearnos en sentir lo que sucede en nuestro interior. Ahora es nuestra energía sexual la que decide el próximo movimiento.


4- Respiración. Es absolutamente necesaria si queremos amplificar nuestro placer porque nos ayuda a potenciar las sensaciones. Ella es la encargada de hacer que nuestra energía salga de los genitales y se eleve hacia el corazón para que, de esa manera, nos transformemos. El acto sexual en una experiencia sublime. Esta acción sencilla nos proporciona una gran dosis de vitalidad y a través de ella se crea un círculo energético con la pareja. La fusión de las dos energías crea un campo energético único. El ritmo y la actitud que se tienen que seguir para lograr esta respiración consciente son los siguientes: la exhalación se produce de manera relajada, sin ninguna resistencia, y justo antes de quedarnos sin aire, volvemos a inhalar profundamente y de manera espaciosa. Poco a poco sentiremos que en nuestro interior cada vez hay más y más espacio. No hay pausa entre la inspiración y la exhalación, lo que hace que se genere una respiración circular y, como consecuencia, que nuestra energía fluya por nuestro cuerpo y se expanda por él.


5-Lentitud. Los movimientos deben ser lentos para poder saborear cada momento. Es importante permitirnos sentir.


6- Relajación. En un cuerpo tenso la energía queda bloqueada y el placer se reduce notablemente. Cuanto más abierto esté nuestro cuerpo, mejor podrá circular la energía que se genere durante el acto sexual. Eso nos llevará a sentir intensas oleadas de placer, lo que no puede suceder en un cuerpo tenso.


Sin eyaculación


Es importante que el hombre aprenda a diferenciar el orgasmo de la eyaculación. No hay que olvidar que, en cada eyaculación, el hombre pierde gran cantidad de energía y vitalidad, por eso es muy recomendable que aprenda a no eyacular. Para facilitar esta práctica, el Tantra aporta muchas herramientas o técnicas mediante las cuales podrá obtener orgasmos con los que alcanzará el éxtasis, pero sin eyacular.


Este concepto crea confusión al principio, pues siempre se ha sobreentendido que orgasmo es igual a eyaculación. Pero el Tantra nos muestra que aplicando unas sencillas técnicas de respiración y una actitud relajada, podemos disfrutar de orgasmos plenos sin que se produzca el desgaste energético de la eyaculación, sino más bien todo lo contrario, puesto que nuestro cuerpo se mantiene vital.


Este tipo de orgasmos son mucho más duraderos, intensos y profundos que los tradicionales. Por otra parte, tienen la capacidad de hacer vibrar nuestro corazón y abrirlo a la vida.


Otro gesto que nos va a ayudar en el acto sexual es el de mantener la mirada relajada. Si nuestros ojos están tensos y miran hacia todos lados, se activarán nuestros pensamientos, por ese motivo debemos permanecer con la mirada blanda y desenfocada. Ésta tiene que ser amorosa, dulce y delicada como los movimientos. Normalmente, a medida que nos excitamos, la tensión en los ojos aumenta, por eso tenemos que estar atentos y relajar esa zona para que la energía pueda circular libremente.


Cuando se practica el sexo utilizando todos estos ingredientes, uno se siente unido a través de su compañero o compañera a todo lo que está vivo. Puede sentir que es parte del gran baile de la existencia y fundirse con ella. Siente que su energía puede expandirse más allá del cuerpo y fusionarse con la vida.


Hasta aquí hemos explicado la teoría, pero una vez más cabe subrayar que el Tantra hay que experimentarlo para poder recibir toda su esencia. El sexo deja de ser sexo para convertirse en una meditación. Ahora bien, eso no significa que no sea placentero ni espontáneo, sino todo lo contrario. El sexo se transforma en una de las experiencias más maravillosas y placenteras que nos puede ofrecer la existencia. La prueba está en que una vez se ha probado, nada vuelve a ser como antes.


Recuperar el amor


En la antigua India, una mujer vivía atormentada porque ya no amaba a su marido y sabía bien que lo único que podía liberarla de esa esclavitud era la muerte de éste. Por su parte, el marido tampoco la apreciaba en absoluto y disfrutaba amenazándola con frases como ésta: “¡Seguirás conmigo hasta el final de mis días quieras o no!”


Tanto le repetía aquella frase que, al cabo de un tiempo, la mujer decidió visitar a un sabio tántrico que vivía en las montañas y, con lágrimas en los ojos, le pidió que le enseñara la manera de matar poco a poco a su marido sin despertar sospechas, pues ya no veía otra solución. El tántrico le contestó que conocía la forma perfecta para que ella consiguiera su objetivo y empezó a enseñarle un tipo de masaje mediante el cual podría acabar gradualmente con su desconsiderado esposo. “Practícalo todos los días –le dijo– y vuelve a verme dentro de un mes. Seguro que tu problema estará resuelto.”


Pocas semanas después, la misma mujer volvió a ver al tantrika en estado de gran agitación. El sabio empezó preguntando si su método funcionaba, pero la mujer, muy ansiosa y entre sollozos, sólo repetía una cosa, que le enseñara inmediatamente a deshacer el daño que pudiera haber infligido a su esposo. Ante esta petición, el sabio le preguntó: “¿Es que ya no quieres asesinar a tu marido? ¿Qué te ha hecho cambiar de opinión?” La mujer comenzó entonces a relatarle todo lo que había ocurrido: “Al principio, me dediqué con mucho ahínco a darle los masajes a mi marido. Con cada uno de ellos, ya lo veía más cerca de la tumba, pero al cabo de unos días, noté que me relajaba y en poco tiempo empecé a encariñarme con él y creo que él conmigo. Enséñeme a detener el mal que le haya podido hacer, ¡ya no quiero separarme de él!”.


El tantrika, sonriendo, le explicó que nunca había tenido la intención de enseñarle la forma de dañar a nadie, sino lo contrario. Le había enseñado un masaje tántrico para unirse a su esposo, hallando así el amor y la armonía en su relación de pareja.


Al igual que la mujer de la historia, pero con mejores intenciones, nosotros también podemos empezar a disfrutar de nuestra pareja plenamente.


Fuente: http://www.larevistaintegral.com/2797/sumergirse-en-el-sexo-tantrico.html


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