jueves, 24 de septiembre de 2009

-ESTRÉS: ENEMIGO DE LA LONGEVIDAD




Ciertos nutrientes aumentan nuestra resistencia. El estrés es lo que una persona siente cuando las demandas de la vida exceden su capacidad para cumplirlas. Los factores desencadenantes pueden ser de origen físico (malnutrición, cirugía, exposición química a tóxicos, ruido, falta de horas de sueño) o psíquico (presión laboral, conflictos familiares, problemas económicos).


Por Rosa Guerrero




Hoy en día se juntan con frecuencia ambos, aunque los psíquicos están causando auténticos estragos en la salud de muchas personas. El estrés prolongado afecta al sistema inmunitario, altera la función gastrointestinal, produce hipertensión, aumenta las reacciones alérgicas y desequilibra los niveles hormonales y enzimáticos del organismo. Además, incrementa los trastornos del comportamiento y aumenta de forma alarmante las enfermedades crónicas. Lo más habitual es recurrir a fármacos tranquilizantes, al alcohol e incluso a las drogas, en vez de identificar las fuentes de estrés, comprender que vivimos en un mundo lleno de exigencias, reconocer que es el estilo de vida la principal causa y tomar medidas para neutralizar esta situación de manera natural.


Recursos para afrontarlo


El estrés es un proceso interactivo en el que intervienen las demandas de la circunstancia y los recursos del individuo para afrontarlas. No siempre podemos cambiarlas –aunque la valoración subjetiva puede modificar su impacto en el organismo–, pero sí aumentar nuestros recursos. Una buena opción es incrementar la cantidad de nutrientes que damos a nuestro sistema nervioso e ingerir adaptógenos (plantas que mejoran las funciones fisiológicas del cuerpo e incrementan la resistencia a las influencias adversas). Entre estos productos clave destacamos:


Vitaminas del grupo B. Reducen la ansiedad y la irritabilidad e impiden el agotamiento del sistema nervioso a largo plazo. Dosis: 2 comprimidos al día de un complejo B-50, con el desayuno y la comida.


Vitamina C. Aumentar esta vitamina potencia la preparación del organismo frente al estrés. Dosis: 1-3 g en estrés agudo; 500 mg-1 g de mantenimiento.


Fosfatidilserina. Ayuda a potenciar la memoria y a reducir el estado de ansiedad que provoca atender a múltiples demandas. Dosis: 100-300 mg diarios.


Magnesio. Relaja los nervios y contribuye a reducir la ansiedad diurna y a mejorar el sueño nocturno. Dosis: 400-500 mg diarios. También es importante tener buenos niveles de calcio, cromo, potasio y cinc.


Taurina. Actúa como un neurotransmisor inhibidor de la hiperexcitabilidad cerebral, con lo que facilita el descanso. Dosis: 1.000-2.000 mg diarios.


Ginseng, rodiola, astrálago. Promueven una mejora general del rendimiento físico y mental. La rodiola (250-750 mg) es más idónea para el estrés agudo, el eleuterococo o ginseng siberiano (520-1500 mg) para estrés crónico leve, el ginseng coreano (520-1500 mg) cuando es severo y el astrálago (225-675 mg) si hay riesgo de padecer inmunodepresión.


Decálogo para combatir el estrés


Convéncete de que se puede dominar la situación.


Dedícate cada día un tiempo y disfruta de los pequeños placeres de la vida.


Considera los cambios, las crisis o los fracasos como experiencias de aprendizaje y una forma de desarrollar nuevas potencialidades.


Cultiva el optimismo y el pensamiento positivo.


Alimenta las buenas amistades y la comunicación auténtica.


Realiza ejercicio aeróbico de manera regular y adopta una dieta saludable.


Intenta distribuir las 24 horas del día entre trabajo, familia, ocio, descanso y sueño.


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